Dicen que la vida son dos días. Esos dos días pueden ser soleados o lluviosos, uno puede cambiar el rumbo del otro, o pueden ser dos días totalmente vacíos. Pues bien, coge tus dos días particulares y hazlos solo tuyos. Que nadie los haga lluviosos si quieres que sean soleados, que nadie los haga estar vacíos si lo que quieres es que estén llenos, y que nadie haga que cambie el rumbo de tu propia historia.

Porque amigo mío, que estás leyendo esto, debes saber que nadie es más importante que tú mismo. Debemos aprender a ser un poco egoístas y a pensar en nosotros antes que en nadie más, seguramente así todo nos vaya mucho mejor. Pero ante todo, debemos aprender a sufrir por lo que debemos sufrir y a dejar pasar las oportunidades que no creemos merecedoras de nuestros sufrimiento.
Con esto no digo que todo sea bueno ni malo, ni mucho menos. Quiero que te des cuenta de lo mucho que tienes, de todos los que te queremos y queremos estar a tu lado. Todo eso vale más que una sola persona, aunque esa persona sea el amor con todas las letras.
A veces creemos que estamos solos ante el peligro, ante la adversidad. Pero no estás solo amigo, nunca lo estarás, al menos si yo puedo ofrecerte un hombro en el que llorar, una buena conversación o un simple paseo. Tu sonrisa vale mucho más de lo que mucho valdrán en toda su vida. No dejes de sonreír, ni de ver la vida como es: un camino con piedras, con las que seguro que tropezaremos varias veces; una montaña tras otra, siempre diferenciadas por un gran valle; un auténtica montaña rusa de sensaciones y emociones que nos harán vivir, pero vivir de verdad.
Porque vivir es sufrir, pero también es disfrutar de cada día, de cada momento, de cada instante en el que se te da la oportunidad de ser feliz. Porque no podemos tenerlo todo y nada al mismo tiempo, pero sí lo deseamos. Porque somos inconformistas por naturaleza, llegando al extremo más absoluto. Porque debemos mirar el vaso medio lleno y no medio vacío, a pesar de que las gafas que llevemos puestas en ese momento lo vean todo mal.
Coge la fuerza que tienes, enfréntate a todo lo que tenga que venir, bueno o malo. Sonríele a la vida, y hazla sonreír, porque entonces valdrá la pena vivir.
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