jueves, 21 de julio de 2011

Una palabra, una emoción.



"Hay cosas que no queremos escuchar, pero a veces hablamos porque no podemos estar callados más tiempo.
Hay cosas que exceden a las palabras y son producto de la acción. A veces se habla porque no queda alternativa.
Otras cosas te las reservas. Y, no siempre, pero de cuando en cuando, algunas cosas hablan por sí solas."




Las palabras suelen entrañar significados de lo más diversos en función de quién las diga y de quién las escuche. Porque una simple palabra puede cambiar el curso de todo, incluso de tu vida. 
Un te quiero, un te odio, pueden provocar en nosotros las mejores y las peores emociones conocidas...

¿Dónde encontrar el límite de las palabras? ¿Es bueno hablar mucho? ¿poco?... Quizá, simplemente quizá, el límite esté dentro de nosotros mismos y de la persona a la que vayamos a dirigir esas palabras.

Muchas son las veces que no eres capaz de hablar frente a alguien de confianza, los nervios, tu cabeza o los problemas te lo impiden. En cambio, con alguien desconocido, eres capaz de expresar tus miedos más ocultos con palabras que jamás antes habías pronunciado. Incluso, llegar a ver cosas que nunca antes habías sido capaz.

¿Dónde está esa fuerza entonces de las palabras? ¿En nosotros mismos o en los demás? ¿En lo que hay fuera de nosotros o en nuestro interior? ¿Por qué las palabras son tan fuertes y tan vacías al mismo tiempo? ¿Deben ir siempre acompañadas para parecer reales?

Quizá, a veces podamos resultar charlatanes, callados, tímidos, extrovertidos, prepotentes, ariscos, simpáticos... Pero son las palabras las que provocan esa definición de nosotros. 

Una palabra define a una persona, a un rasgo de ella o a varios... ¿Tanto es el poder de algo tan simple?
Quien escucha al otro lado tiene la capacidad de entender, y si escucha de verdad la tendrá de comprender. Porque al fin y al cabo, todo se basa en eso... Hablar, escuchar y ser comprendidos. 

La vida, como palabra como tal, se basa en las palabras que nosotros mismos vamos hallando, descubriendo en lo más profundo de nuestro ser.

Y sí, a veces y solo a veces, una palabra puede ser el punto y final de una parte de tu vida, y el comienzo de una nueva. 




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